BIENVENIDO A UN NUEVO CONCEPTO DE LA LITERATURA UNIVERSAL

14 de octubre de 2011

Literatura del Tibet

 La lengua del T. pertenece a la familia lingüística chino-tibetana y, específicamente, al grupo occidental tibeto-birmano; está emparentada con el birmana y una parte de su vocabulario se halla muy cerca del chino arcaico. Es una lengua monosilábica, cuya escritura alfabética procede de la utilizada en la India central durante el s. VII.
      La adaptación de los caracteres hindúes a los fonemas tibetanos se atribuye a Thonmi Sambhota, ministro del rey Sron-bcan sgam-po, que estudió sánscrito (v.) en la India y volvió al T. llevando consigo un alfabeto y una gramática. Esta ortografía no sigue la pronunciación actual de los dialectos del T., lo que complica el estudio de esta lengua; la palabra chang se escribe byang, thi se escribe khri, ne se escribe gnas.
      Las características principales del tibetano clásico son: la importancia, como en el caso del chino, de partículas cuyas funciones son variadas y de diversos matices, y el papel de los afijos verbales en la estructura del verbo y sus repercusiones fonéticas. En el tibetano hablado se distinguen numerosos dialectos, el principal de los cuales es el de la capital, Lhasa.
      La literatura del T. se compone de gran cantidad de traducciones muy fieles de textos relativos al budismo y procedentes de China e India. Varias escuelas de traductores y copistas rivalizaron por difundir los textos doctrinales y los comentarios de las escuelas. Esta literatura religiosa no tiene en sí nada de original y refleja las literaturas búdicas de China e India; a menudo se observa una influencia subyacente de las creencias chamánicas autóctonas de los bonpos (v. III).
      Estos textos están redactados en una lengua artificial, literalmente calcada del original sánscrito,, tanto en lo que se refiere a vocabulario como a sintaxis. A partir del s. XVlll aparecieron en los grandes monasterios las colecciones impresas de estos textos, que se dividen en dos grandes colecciones: el Kanjur, de 108 vol., y el Tanjur, de 225 vol., con un total de 4.569 textos búdicos de cierto carácter «oficial».
      La literatura original del T. se contiene en tres grandes ciclos legendarios desarrollados alrededor de la vida y hazañas de tres héroes: La gesta de Padmasambhava, 108 cantos que giran en torno a un personaje, mago y demiurgo, príncipe hindú que debió de vivir entre los s. VIII y IX, convertido al budismo tántrico y que en el T. combatió la antigua religión de los bonpos. El segundo texto es la Epopeya de Guesar de Ling, compuesta de relatos en prosa entrecortados por cantos versificados dedicados a un personaje divino, invencible, defensor de la ley búdica; en este texto se describen costumbres de Asia central. Guesar es como un eco del nombre César. El tercer texto importante es la Vida de Milarepa, autobiografía de un asceta y poeta del T. que vivió en el s. Xl, y cuyos discípulos fundaron la orden de los Kagyupa, de gran importancia en el lamaísmo (v.). El poema es de una notable unidad y describe admirablemente la vida en la sociedad del T. de aquella época.
      A estas epopeyas y a estos poemas conviene añadir la gran cantidad, casi desconocida, de archivos, obras de jurisprudencia, cuentos populares y máximas, que se conservan en las bibliotecas occidentales. Los tibetanos gustaban del teatro en forma de grandes dramas religiosos, recitados, mimados, cantados y bailados en los monasterios; esta literatura dramática está versificada en su casi totalidad, y algunas obras son adaptaciones libres de los játaka hindúes o de biograf
ías tales como Norsang.

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